Los pecados de algunos hombres son claros para que todos los vean y conducen al juicio; los pecados de otros los alcanzarán debidamente. Así también hay buenas obras que están a la vista de todos, y hay cosas de una calidad muy diferente que no se pueden ocultar.

Este dicho nos invita a dejar las cosas en manos de Dios y contentarnos. Hay pecadores obvios, cuyos pecados claramente conducen a su desastre y su castigo; y hay pecadores secretos que, detrás de una fachada de rectitud intachable, viven una vida que es en esencia mala y fea. Lo que el hombre no puede ver, Dios lo ve. "El hombre ve la acción, pero Dios ve la intención". No hay escape de la confrontación final con el Dios que ve y sabe todo.

Hay algunos cuyas buenas obras están a la vista de todos, y que ya han ganado la alabanza, el agradecimiento y la felicitación de los hombres. Hay algunos cuyas buenas obras nunca han sido notadas, nunca apreciadas, nunca agradecidas, nunca alabadas, nunca valoradas como deberían haber sido. No necesitan sentirse decepcionados o amargados. Dios también conoce la buena acción, y él la pagará, porque nunca está en deuda con nadie.

Aquí se nos dice que no debemos enojarnos por el aparente escape de otros ni amargarnos por la aparente ingratitud de los hombres, sino que debemos contentarnos con dejar todas las cosas al juicio final de Dios.

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