7. Lleva todas las cosas, etc. Por todas estas declaraciones que él insinúa, que el amor no es ni impaciente ni rencoroso. Porque soportar y soportar todas las cosas es parte de la paciencia para creer y esperar que todo sea parte de la franqueza y la bondad. Como naturalmente estamos demasiado dedicados a uno mismo, este vicio nos vuelve taciturnos y malhumorados. El efecto es que todos desean que otros lo carguen sobre sus hombros, pero se niega por su parte a ayudar a otros. El remedio para esta enfermedad es el amor, que nos somete a nuestros hermanos y nos enseña a aplicar nuestros hombros a sus cargas. (Gálatas 6:2.) Además, como somos naturalmente rencorosos, por lo tanto, también somos sospechosos y tomamos casi todo lo que está mal. El amor, por otro lado, nos devuelve a la amabilidad, para que pensemos favorable y sinceramente en nuestros vecinos.

Cuando dice todas las cosas, debes entenderlo como una referencia a las cosas que deben ser soportadas, y de la manera que sea adecuada. Porque no debemos soportar los vicios, para darles nuestra sanción por adulación o, guiñándolos, alentarlos a través de nuestra supina. Además, esta resistencia no excluye correcciones y solo castigos. El caso es igual a la amabilidad al juzgar las cosas.

El amor cree todas las cosas, no es que el cristiano se permita imponerse a sabiendas y voluntariamente, no es que se despoje de la prudencia y el juicio, de que pueda aprovecharse más fácilmente, no es que no aprenda la forma de distinguir al negro del blanco. ¿Entonces que? Él requiere aquí, como ya he dicho, simplicidad y amabilidad al juzgar las cosas; y declara que estos (792) son los acompañamientos invariables del amor. La consecuencia será que un hombre cristiano considerará que se le impondrá mejor por su propia amabilidad y mal genio, que maltratar a su hermano por una sospecha hostil.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad