7 Pero, o, además, el fin de todas las cosas está cerca Aunque los fieles escuchan que su felicidad está en otra parte que en el mundo, todavía, como piensan que deberían vivir mucho tiempo, este pensamiento falso los vuelve descuidados e incluso perezosos, para que no dirijan sus pensamientos al reino de Dios. De ahí que el Apóstol, para poder despertarlos de la somnolencia de la carne, les recuerda que el fin de todas las cosas estaba cerca; mediante el cual él insinúa que no debemos sentarnos quietos en el mundo, de lo cual debemos retirarnos pronto. Al mismo tiempo, no habla solo del fin de los individuos, sino de la renovación universal del mundo; como si hubiera dicho: "Cristo vendrá pronto, y pondrá fin a todas las cosas".

Por lo tanto, no es de extrañar que las preocupaciones de este mundo nos abrumen y nos hagan sentir somnolientos, si la visión de las cosas presentes nos deslumbra: porque prometemos, casi todos, una eternidad para nosotros en este mundo; al menos, el final nunca viene a nuestra mente. Pero si la trompeta de Cristo sonara en nuestros oídos, nos despertaría poderosamente y no nos haría mentir torpemente.

Pero se puede objetar y decir que una larga serie de eras ha pasado desde que Peter escribió esto y, sin embargo, que el final no ha llegado. Mi respuesta a esto es que el tiempo nos parece largo, porque medimos su longitud por los espacios de esta vida fugaz; pero si pudiéramos entender la perpetuidad de la vida futura, muchas edades nos parecerían un momento, como Peter también nos lo dirá en su segunda epístola. Además, debemos recordar este principio, que desde el momento en que Cristo apareció una vez, no queda nada para los fieles, sino con las mentes suspendidas para esperar su segunda venida. (46)

La vigilancia y la sobriedad a las que los exhortó pertenecen, en mi opinión, a la mente más que al cuerpo. Las palabras son similares a las de Cristo:

"Mirad, porque no sabéis el día ni la hora en que viene el Hijo del Hombre". (Mateo 25:13.)

Porque como una indulgencia en la sobreabundancia y el sueño hace que el cuerpo no sea apto para sus deberes, así los vanos cuidados y placeres del mundo embriagan la mente y la vuelven somnolienta.

Al agregar la oración, señala un ejercicio especialmente necesario, en el cual los fieles deberían estar particularmente ocupados, ya que toda su fuerza depende del Señor; como si hubiera dicho: "Ya que sois extremadamente débiles, busquen al Señor para que los fortalezca". Todavía les recuerda que debían rezar con seriedad, no formalmente.

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