8. Pero no ignore esto. Ahora se da vuelta para hablar con los piadosos; y les recuerda que cuando la venida de Cristo es el tema, debían levantar los ojos, porque al hacerlo, no limitarían, por sus irrazonables deseos, el tiempo designado por el Señor. Esperar parece muy largo en este sentido, porque tenemos los ojos fijos en la brevedad de la vida actual, y también aumentamos el cansancio al calcular los días, las horas y los minutos. Pero cuando la eternidad del reino de Dios viene a nuestras mentes, muchas edades se desvanecen como muchos momentos.

Esto es lo que el Apóstol llama nuestra atención, para que sepamos que el día de la resurrección no depende del flujo actual del tiempo, sino del propósito oculto de Dios, como si hubiera dicho: "Los hombres desean anticipar Dios por esta razón, porque miden el tiempo según el juicio de su propia carne; y, por naturaleza, están inclinados a la impaciencia, de modo que la celeridad es incluso un retraso para ellos: ¿ascenderéis, pues, en vuestras mentes al cielo, y así el tiempo no os será largo ni corto?

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