No ignoréis lo que sean; de esta única cosa que arroja mucha luz sobre el punto en cuestión; que un día es para el Señor como mil años, y mil años como un día Esta es una alusión a Salmo 90:4 , donde Moisés había dicho: Mil años ante tus ojos son como un día, palabras que aplica San Pedro con respecto al período que transcurre entre el momento en que escribió y el último día; denotando así, 1o, la eternidad de Dios, por la cual excede toda medida de tiempo en su esencia y en su operación: 2d, Su conocimiento, para el cual todas las cosas pasadas o por venir, están presentes en cada momento; 3d, Su poder, que necesita ninguna demora para llevar su obra a la perfección; y, cuarto, su longanimidad, que excluye toda impaciencia de expectativa y deseo de apresurarse. Pero debe observarse, que ni el apóstol ni el salmista quisieron decir que Dios no percibe ninguna diferencia entre la duración de un día y la de mil años; pero que estas diferencias no afectan ni a sus designios, ni a sus acciones, ni a su felicidad, como a los de las criaturas finitas.

De modo que lo que él hace que suceda el día en que declara su propósito, no es más seguro que lo que hará mil años después de tal declaración. De la misma manera, lo que se ha de llevar a cabo mucho tiempo después de su declaración, no es menos cierto que si se hubiera hecho cuando se declaró. Véase Abernethy's Sermon's , vol. 1. p. 218. El significado del apóstol es, en esencia, que en un día, sí, en un momento, él podría hacer la obra de mil años; por tanto, no es lento , es siempre igualmente capaz, igualmente dispuesto a cumplir su promesa; y mil años , sí, el tiempo más largo, no es más demora para el Dios eterno que un díaes para nosotros; por tanto, es paciente; nos da espacio para el arrepentimiento sin ningún inconveniente para él. En una palabra, con Dios el tiempo no pasa ni más lento ni más rápido de lo que le conviene a él y a su economía. Tampoco puede haber ninguna razón por la que sea necesario que él demore o apresure el fin de todas las cosas. ¿Cómo podemos comprender esto? Si pudiéramos haberlo comprendido, San Pedro no necesitaba haber agregado, con el Señor.

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