29. Para qué. Realza, por dos circunstancias, la gloria de su apostolado y de su doctrina. En primer lugar, menciona su objetivo, (344) que es una muestra de la dificultad que sintió; porque esas cosas son en su mayor parte las más excelentes que son las más difíciles. El segundo tiene más fuerza, ya que menciona que el poder de Dios brilla en su ministerio. Sin embargo, no habla simplemente del éxito de su predicación (aunque en eso también aparece la bendición de Dios), sino también de la eficacia del Espíritu, en el que Dios se manifestó manifiestamente; porque por buenos motivos él atribuye sus esfuerzos, en la medida en que excedieron los límites humanos, al poder de Dios, que, según él, se ve trabajando poderosamente en este asunto.

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