53. Quienes han recibido la ley. Llamaron a esa furia con la que se enfurecieron contra Stephen celo de la ley, como si hubiera sido un renunciante de la ley, y una revuelta (470) y hubieran forzado otros se caen de esa manera. Aunque estaba decidido a liberarse de esta falsa acusación, no respondió con su respuesta. Porque no podía ser escuchado, y no tenía fin hablar con sordos. Por lo tanto, se contenta, en una palabra, de quitarles su falso color y simulación. Es evidente, dice él, que mientes, cuando finges el celo de la ley, que transgredes y rompes sin cesar; y como él se opuso a ellos en las siguientes palabras, el asesinato traicionero de los Justos, así que ahora les reprende su rebelión de la ley. Algún hombre dirá que la causa de Esteban no es mejor, porque los judíos violan la ley. Pero como ya dijimos, Stephen no los reprende tanto, como si su defensa consistiera principalmente en este tema, sino que no se halaguen en su falsa jactancia. Porque los hipócritas deben ser manejados de esta manera, quienes, a pesar de todo, parecen ser los defensores más sinceros de la gloria de Dios, aunque de hecho lo condenan descuidadamente. Y aquí también hay una antiestrofe adecuada, porque parecían haber recibido la ley que se les había encomendado, que, a pesar de todo, fue despreciada por ellos.

En las disposiciones de los ángeles Es palabra por palabra, en las disposiciones, pero es todo uno. Además, no necesitamos buscar ningún otro intérprete de este dicho que no sea Pablo, quien dice que la ley fue dispuesta u ordenada por los ángeles, (Gálatas 3:16;) porque usa el participio del que se deriva este sustantivo. Y su significado es que los ángeles eran los mensajeros de Dios, y sus testigos al publicar la ley, para que su autoridad pudiera ser firme y estable.

Por lo tanto, ya que Dios llamó a los ángeles a ser, por así decirlo, testigos solemnes cuando dio a los judíos su ley, los mismos ángeles serán testigos de su infidelidad. (471) Y con este fin, Stephen menciona a los ángeles para acusar a los judíos en presencia de ellos y demostrar su culpabilidad porque tienen transgredió la ley. De este modo, podemos reunir lo que será de los despreciadores del evangelio, que hasta ahora sobresalen de la ley, para que, después de una especie, oscurezca su gloria, como enseña Pablo, (2 Corintios 3.)

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