16. Pero todos no han obedecido el evangelio, etc. Esto no pertenece al argumento, que Pablo diseñó para seguir en la gradación que establece; ni se refiere a él en la conclusión que sigue inmediatamente. Aún era conveniente para Pablo introducir la oración aquí, para anticipar una objeción, para que nadie pudiera construir un argumento sobre lo que había dicho, que la palabra en orden siempre precede a la fe, como la semilla del maíz, y saca esta inferencia, que la fe en todas partes sigue la palabra: para Israel, que nunca había estado sin la palabra, podría haber hecho un alarde de este tipo. Por lo tanto, era necesario que, de paso, él les diera esta insinuación, que muchos son llamados, que aún no han sido elegidos.

También cita un pasaje de Isaías 53:1; donde el Profeta, antes de proceder a anunciar una predicción notable con respecto a la muerte y al reino de Cristo, habla con asombro de la poca cantidad de creyentes que se le aparecieron en el Espíritu tan pocos que se vio obligado a exclamar: "Oh Señor, ¿quién ha creído nuestro informe?" es decir, la palabra que predicamos. Aunque en hebreo el término שמועה, shimuoe, significa pasivamente una palabra, (333) pero los griegos lo han traducido, ἀκοὴν - audiencia, y los latinos, auditum - audiencia; incorrectamente de hecho, pero sin ambigüedad en el significado.

Ahora vemos por qué esta excepción se introdujo por cierto; era, que nadie podría suponer que la fe necesariamente sigue donde hay predicación. Sin embargo, luego señala la razón al decir: "¿A quién se le ha revelado el brazo del Señor?" por el cual él insinúa que no hay beneficio de la palabra, excepto cuando Dios brilla en nosotros a la luz de su Espíritu; y así el llamado interno, que solo es eficaz y peculiar para los elegidos, se distingue de la voz externa de los hombres. Por lo tanto, es evidente, cuán tontamente algunos sostienen, que todos son indiscriminadamente los elegidos, porque la doctrina de la salvación es universal, y porque Dios invita a todos indiscriminadamente a sí mismo. Pero la generalidad de las promesas no solo y por sí sola hace que la salvación sea común a todos: por el contrario, la revelación peculiar, mencionada por el Profeta, la limita a los elegidos.

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