1 Timoteo 6:11-16

Confesando la Buena Confesión

El hombre dedicado al servicio de Dios huirá de la codicia material y seguirá la voluntad de Dios. Mostrará reverencia hacia Dios, confiará en la palabra de Dios al obedecer su voluntad, mostrará amor por Dios y por los demás en todas sus actividades, soportará las dificultades con Dios a su lado y mantendrá un espíritu apacible. Para lograr todo esto, habrá que estar dispuesto a llevar la lucha contra Satanás y los deseos egoístas constantemente ( 1 Corintios 9:27 ).

Aunque ya salvo de pecados pasados ​​( Hechos 2:38 ), el cristiano debe permanecer fiel a su llamado si desea recibir la salvación final en el cielo. El llamado sale a todos pero solo es respondido por aquellos que obedecen al Señor ( Mateo 11:28-30 ; Romanos 8:28 ; Juan 14:15 ; 1 Juan 5:3 ; Hechos 22:16 ).

Cuando la confesión está tan estrechamente ligada a las enseñanzas sobre la salvación, debe hacer referencia a la confesión de Cristo como Hijo de Dios que se hace en el bautismo ( 1 Timoteo 6:11-12 ; Hechos 8:37 ).

Pablo pasó a recordarle a Timoteo la seriedad de vivir la vida cristiana. Después de todo, Dios, el que sostiene la vida, está mirando y Jesús también. Jesús hizo la confesión de que él era el Hijo de Dios ante la misma muerte ( Juan 18:36-37 ). Así como Jesús confesó su filiación frente a Pilato, aunque puso en peligro su vida, Timoteo debía seguir confesando a Jesús como el Hijo de Dios y el que debía ser obedecido.

Para hacer esto, su vida debe estar libre de pecados que manchen el nombre del Señor. Esto se hará hasta que el Señor se manifieste de nuevo, lo que él y otros mensajeros de Dios habían anunciado ( Juan 14:1-6 ; Hechos 1:11 ; Hebreos 9:28 ).

Así como Jesús nació en el tiempo señalado por Dios, vendrá de nuevo en el tiempo señalado por Dios ( Mateo 24:36 ). La descripción "Rey de reyes y Señor de señores" podía usarse del Padre o del Hijo sin dañar ni el texto ni la verdad ( 1 Timoteo 6:13-15 ; Deuteronomio 10:17 ; Daniel 2:47 ; Apocalipsis 17:14 ; Apocalipsis 19:16 ).

Jesús tiene la inmortalidad del Padre y es la única fuente de ella para nosotros ( Romanos 6:9 ; Juan 5:21 ; Juan 5:26 ). Él ahora mora en el cielo y ningún hombre puede acercarse físicamente a él.

Nunca ha sido visto por el hombre como Dios soberano, aunque vino a la tierra y tomó forma de hombre ( 1 Pedro 2:5-8 ). Se le debe respeto por su poder eterno ( 1 Timoteo 6:16 ).