Jesús respondió , etc. No sólo verdadero en sí mismo, sino tal como debe ser aceptado y creído. Este testimonio de la Luz es verdadero, se muestre o se oculte, dice S. Agustín. La luz misma no necesita otro testigo. Se muestra claramente por su propia luz como brillante y resplandeciente. Y así es Cristo la Luz del mundo, mostrándose al mundo por Sus obras milagrosas. Cristo no necesitó ningún otro testigo y, sin embargo, presenta el testigo más alto e indiscutible, incluso Dios el Padre.

Porque sé de dónde vengo y adónde voy. Y por tanto mi testimonio es verdadero, como confirmado por el testimonio de Dios Padre, dice la Glosa. Esto lo sé, pero vosotros no lo sabéis porque no queréis saberlo, aunque debéis saberlo tanto por Mis milagros como por Mis palabras. Pero sé que fui enviado del cielo, como el Mensajero del Padre, siendo el Hijo de Dios, y Dios Mismo, de Dios Mismo. Y cuando termine Mi ministerio, regresaré a Él nuevamente.

Así S. Agustín y Leoncio. Pero Él habla oscuramente, para que no parezca jactarse, y por temor de encender más la ira de los judíos contra Él. De lo contrario, podría haber hablado más claramente. Yo soy el Hijo de Dios, y por tanto mi testimonio es verdadero y legítimo, porque el testimonio de Dios, que es la principal e irrefutable verdad, es indiscutible. “Él quiso que se entendiera al Padre”, dice San Agustín, “de quien no se apartó, cuando vino a nosotros, como no nos dejó cuando volvió al cielo.

Pero como el sol brilla sobre los que ven y sobre los ciegos, aunque unos vean y otros no, así la sabiduría de Dios está presente en todas partes, incluso para los incrédulos, aunque no tengan ojos para contemplarlo", distinguiendo así Sus amigos y enemigos.

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