Y el señor alabó al mayordomo infiel porque había hecho sabiamente. El propietario, no el Señor Jesús, como sostiene Erasmo. El señor no elogió la acción, porque fue deshonesta, sino la prudencia, la astucia del mayordomo, tal como a menudo admiramos, no ciertamente un crimen, sino la astucia mostrada al idearlo.

Los hijos de este mundo son en su generación, es decir, según su especie, en asuntos mundanos, o como Himmel lo entiende, entre sus semejantes, más sabios que los hijos de la luz, es decir, que aquellos que son seguidores de Cristo. Muy sabiamente ha dicho alguien: "En las cosas mundanas somos filósofos, en las cosas espirituales, tontos; en las cosas terrenales somos ojos de lince, pero en las celestiales somos topos".

Los hijos de este mundo, dice S. Agustín ( Lib. ii. de Genesi ) son más sabios en la previsión de su futuro; y muy naturalmente así, porque el deseo del placer y goce terrenal es fuerte en el hombre, pero las aspiraciones de su alma están embotadas y debilitadas, en parte por el cuerpo, en parte por el amor a las cosas terrenales. Por tanto, los que son guiados por la carne son más activos y enérgicos que los que son guiados por el espíritu, por cuanto las cosas espirituales, siendo invisibles, producen poco efecto en la mente de los hombres.

La parábola estaba dirigida contra la avaricia de los fariseos. Nos enseña a usar nuestras riquezas no para nuestros propios fines egoístas, sino para el alivio de nuestros hermanos más pobres. Porque Cristo nos pide a todos que recordemos que no somos más que administradores de los buenos dones de Dios y, por lo tanto, estamos obligados a usarlos para que podamos dar buena cuenta de nuestra administración y obtener nuestra debida recompensa. En este sentido se pone como ejemplo al mayordomo injusto, y no por su injusticia y fraude.

De ahí que S. Agustín, como ya se ha dicho, considere que Cristo razona así: "Si este mayordomo pudo tan sabiamente proveer para esta vida, mucho más debemos estar atentos a la vida venidera". Y otra vez, "Si este mayordomo, como demostró ser injusto, fue alabado por su sabiduría, mucho más recibiremos alabanza de Dios, si con nuestra limosna no dañamos a nadie, sino que beneficiamos a muchos". Y continúa diciendo: "Si el malhechor recibió alabanza de su señor, ¡cuánto más agradables son a Dios el Señor, que hacen todo de acuerdo con su voluntad! Así que de la parábola del juez injusto Cristo aprovechó la ocasión para hablar de Dios como juez, aunque entre los dos no era posible comparación".

Aprendemos entonces de esta parábola (1.) que aquellos que poseen riquezas o cualquier otro don de Dios, como la salud, el intelecto y similares, no son más que administradores de Su generosidad. (2.) Que cada uno está obligado a usar sus posesiones para el honor y la gloria de Dios. (3.) Y que cada uno en el día del juicio tendrá que dar cuenta, no sólo de los pecados que haya cometido, sino también de los deberes que haya dejado de cumplir. Tal es el significado general de la parábola. Su aplicación particular procederé a explicar.

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