Y la paz de Dios - La paz que Dios da. La paz a la que aquí se hace referencia particularmente es lo que se siente cuando no nos preocupamos por el suministro de nuestras necesidades, y cuando vamos con confianza y comprometemos todo en las manos de Dios. "Lo mantendrás en perfecta paz, cuya mente está en ti"; Isaías 26:3; vea las notas en Juan 14:27.

Que supera toda comprensión - Es decir, que supera todo lo que la gente había concebido o imaginado. La expresión denota que la paz impartida es del tipo más alto posible. El apóstol Pablo usó frecuentemente términos que tenían un poco de un molde hiperbólico (vea las notas en Efesios 3:19; compare Juan 21:25, y el lenguaje aquí es el que usaría quién diseñó para Hablemos de lo que era del orden más elevado. El cristiano, comprometiéndose con Dios y sintiendo que ordenará todas las cosas correctamente, tiene una paz que no se conoce en ningún otro lugar. Nada más la proporcionará excepto la religión. No hay confianza en que un el hombre puede tener sus propios poderes; ninguna confianza que pueda descansar en sus propios planes o en las promesas o fidelidad de sus semejantes, y ningún cálculo que pueda hacer sobre el curso de los acontecimientos, puede impartir tal paz al alma como simple confianza en Dios.

Mantendrá sus corazones y mentes - Es decir, los mantendrá alejados de la ansiedad y la agitación. La idea es que, al dar a conocer nuestras peticiones a Dios y acudir a él en vista de todas nuestras pruebas y deseos, la mente se preservaría de la angustiante ansiedad. La manera de encontrar la paz, y de mantener el corazón alejado de los problemas, es ir y extenderse todo delante del Señor; compare Isaías 26:3, Isaías 26:2; Isaías 37:1. La palabra traducida aquí "guardará" es un término militar y significa que la mente estaría protegida como lo está un campamento o castillo. Sería preservado de la intrusión de miedos ansiosos y alarmas.

A través de Cristo Jesús - Por su agencia o intervención. Es solo en él que la mente puede ser preservada en paz. No es por la mera confianza en Dios, o por la simple oración, sino por la confianza en Dios cuando se revela a través del Redentor, y por la fe en él. Pablo nunca perdió de vista la verdad de que toda la seguridad y la felicidad de un creyente debían rastrearse hasta el Salvador.

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