Del mismo modo, ¿no fue Rahab la ramera justificada por las obras? - En el mismo sentido en que Abraham, como se explicó anteriormente, demostró por su acto que su fe era genuina, y que no era un mero consentimiento frío y especulativo a las verdades de la religión. Su acto mostró que ella realmente creía en Dios. Si ese acto no se hubiera realizado, el hecho habría demostrado que su fe no era genuina y que no podría haber sido justificada. Dios vio su fe como era; vio que produciría actos de obediencia, y la aceptó como justa. El acto que realizó fue la manifestación pública de su fe, la evidencia de que estaba justificada. Vea el caso de Rahab completamente explicado en las notas en Hebreos 11:31. Se puede observar aquí, que no debemos suponer que se elogie todo en la vida y el carácter de esta mujer. Se la elogia por su fe y por la justa expresión de ella; una fe que, como la indujo a recibir a los mensajeros del Dios verdadero, y enviarlos en paz, y como la llevó a identificarse con el pueblo de Dios, también fue influyente, tenemos muchas razones para suponer, al inducirla a abandonar su antiguo curso de vida. Cuando encomiamos la fe de un hombre que ha sido un profano soñador, o un adúltero, o un ladrón, o un borracho, no encomiamos su vida anterior, ni le damos una sanción. Elogiamos lo que lo ha inducido a abandonar su curso malvado y a recurrir a los caminos de la justicia. Cuanto más malvado ha sido su curso anterior, más maravilloso y más digno de elogio, es esa fe por la cual es reformado y salvo.

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