Que los hombres nos tengan por ministros de Cristo y administradores de los misterios de Dios. [Pablo aquí da la regla por la cual los apóstoles y evangelistas deben ser estimados. No deben engrandecerse, porque son siervos, ni menospreciarse por el valor e importancia de lo que se les encomienda como mayordomos. El término "ministros" aquí significa literalmente remeros. La iglesia es un barco o galera; Cristo es el principal navegante, o magisterio; y todos los evangelistas y maestros son meros remeros sin ambición de ser líderes. En la segunda figura la iglesia es una casa, Dios es el cabeza de familia, las verdades del evangelio son el alimento y otras provisiones que son dispensadas por los evangelistas o mayordomos.]

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