22-27. A continuación, el apóstol revela a estos hermanos la causa de ese profundo dolor que hemos visto cernirse sobre su espíritu incluso antes de su partida de Corinto. (22) " Y ahora, he aquí, atado en espíritu voy a Jerusalén, sin saber lo que allí me ha de acontecer, (23) excepto que el Espíritu Santo da testimonio en cada ciudad, diciendo que prisiones y aflicciones me esperan. ( 24) Pero ninguna de estas cosas me conmueve, ni aprecio mi vida para mí mismo, para poder terminar mi carrera con gozo, y el ministerio que he recibido del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio del favor de Dios.

(25) Y ahora, he aquí, sé que todos vosotros, entre quienes he ido predicando el reino de Dios, no veréis más mi rostro. (26) Por tanto, os llamo por testigos en este día, que soy puro de la sangre de todos; (27) porque nada he retenido para anunciaros todo el consejo de Dios. "

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Antiguo Testamento