Y ahora, he aquí, ligado en el espíritu voy a Jerusalén, sin saber lo que allí me ha de acontecer;

Y ahora, he aquí, me voy. El "yo" es enfático: 'como' para mí, voy'

Unidos en el espíritu a Jerusalén. Esto no quiere decir (como lo interpretan Erasmo, Grocio y Bengel), "sabiendo por el espíritu profético que he de ser atado, y por lo tanto sintiéndome ya atado, como un prisionero de Jesucristo", con lo cual las siguientes palabras no significan no todo está de acuerdo. Tampoco debemos tomar aquí "el espíritu" como el Espíritu Santo, como lo entendían generalmente los padres griegos y otros.

La fraseología habitual del apóstol nos lleva a tomar la expresión en el sentido simple de una 'presión interior', fruto de esa dirección superior que modeló todos sus movimientos, y que en el presente caso, siendo todopoderosa en sí misma, lo dejó en la oscuridad en cuanto a lo que le iba a suceder en Jerusalén, como se expresa en la siguiente cláusula.

sin saber lo que allí me ha de acontecer:

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad