Si, pues, el incircunciso guarda las ordenanzas de la ley, ¿no se le contará su incircuncisión por circuncisión? [En el versículo 25 el apóstol toma el caso del judío; en el versículo 26 la del gentil. Mediante la circuncisión, el primero entró en un pacto con Dios, y parte de los términos de su pacto fue un acuerdo para obedecer la ley. Así, la ley era superior a la circuncisión, tanto que, por así decirlo, privaba o expatriaba a un israelita por desobediencia, a pesar de su circuncisión.

Por el contrario, si un gentil incircunciso obedecía la ley, entonces la ley lo naturalizaba y lo recibía en la teocracia espiritual, a pesar de su falta de circuncisión. Los versículos no son un argumento, sino una declaración clara de la gran verdad de que la circuncisión, aunque beneficiosa para los que cumplen la ley, no tiene poder para resistir la ley cuando condena a los inicuos. En resumen, el judío y el gentil estaban en pie de igualdad, porque aunque el judío tenía un mejor pacto (circuncisión) y una mejor ley, ninguno alcanzó la salvación, porque ni guardó la ley.]

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