Encuentro entonces la ley, que, para mí que haría el bien, el mal está presente. [Así pues, vuelvo a decir que yo, en mi propia conciencia, avalo la bondad de la ley, porque mi naturaleza espiritual quiere cumplir sus dictados, y sólo deja de hacerlo porque vencida por mi naturaleza carnal, que el pecado tiene tanto poder influenciar. Encuentro entonces que es la regla de vida, que regula mi conducta, que aunque siempre quiero hacer el bien, el mal está siempre presente en mí, porque estoy en la carne, que nunca está libre de malas influencias. La presencia de la carne es la presencia del mal, y como no puedo librarme del uno, tampoco puedo del otro.]

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Antiguo Testamento