Estos versículos nos dan el sonido de cuatro trompetas. Así como los cuatro sellos tenían una similitud en los cuatro caballos, las cuatro trompetas tienen una similitud y pueden considerarse juntas. Al sonido de las trompetas caen ciertas plagas. La primera plaga cayó sobre la tierra; el segundo en el mar; el tercero sobre los ríos; y el cuarto sobre los cuerpos celestes. Y cada plaga destruye una tercera parte de lo que toca. Se quema un tercio de los árboles; la tercera parte del mar se convierte en sangre; la tercera parte de los ríos y fuentes se convierten en ajenjo; y una tercera parte del día y de la noche están privados de luz.

Es inútil pretender atribuir estas trompetas a períodos sucesivos de la historia, y decir que la primera se aplica a tantos siglos y la segunda abarca tantos siglos y así sucesivamente. Algunos han tratado de hacer eso, y se han esforzado por mostrar qué períodos de tiempo cubría cada uno; pero sin resultados satisfactorios. Es mucho mejor considerarlos todos pertenecientes a un tiempo y un evento, a saber, la destrucción del primer gran perseguidor de la iglesia cristiana.

Cristo, al hablar de la caída de Jerusalén, la describió en términos suficientemente alarmantes; y la historia completa el evento de unos diez años antes de la caída de la ciudad con escenas de crímenes y terror, robo, asesinato y carnicería suficientes para justificar símbolos como estos.

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