Porque aquí añade la razón por la que habla con tanta confianza; ¿Puedo persuadir o satisfacer ahora a los hombres? ¿Es esto lo que pretendo al predicar o escribir? o Dios? ¿Me esfuerzo, en mi ministerio, por congraciarme con los hombres o por aprobarme ante Dios? ¿O busco agradar a los hombres cumpliendo sus prejuicios o designios? Porque si yo todavía O todavía , como antes de mi conversión; hombres complacidos Estudiaron para complacerlos; Si este fuera mi motivo de acción, no, si de hecho agradara a los hombres que no conocen a Dios, no sería siervo de Cristo.No debería merecer el nombre de cristiano, y mucho menos el de ministro y apóstol. ¡Escuchen esto, todos los que en vano esperan mantener el favor de Dios y del mundo! Y que lo observen especialmente todos aquellos ministros que alteren u oculten las doctrinas del evangelio, por temor a desagradar a sus oyentes o para ganar popularidad.

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