Y el primer día de la semana, cuando los discípulos, como de costumbre con ellos en ese día; vinieron juntos de diferentes partes; para partir el pan , es decir, para celebrar la cena del Señor. Es bien sabido que los cristianos primitivos administraban la eucaristía todos los días del Señor, y como era el acto más solemne y apropiado, así como el acto final de su culto, no es de extrañar que se mencione como el final de su asamblea. Pablo les predicó con gran fervor, habiendo ahora de despedirse de ellos y partir al día siguiente.Y su corazón se ensanchó tanto de amor por sus oyentes y de preocupación por su salvación, que continuó su discurso hasta la medianoche.A través de un fervor de espíritu poco común. Y había muchas luces o lámparas; en el aposento alto donde estaban reunidos Porque, cualquiera que fuera la malicia de sus enemigos, los cristianos no celebraban sus reuniones en la oscuridad, sino que tomaban todas las precauciones prudentes para evitar toda circunstancia que pudiera suscitar la censura o incluso la sospecha.

Y allí se sentó en una ventana Mantenida abierta para evitar el calor, tanto de las lámparas como del número de personas; un joven, llamado Eutico , quien, habiendo caído en un sueño profundo, mientras Pablo predicaba durante mucho tiempo, se cayó del tercer desván.Y no es de extrañar, si, como las ventanas orientales, descritas por Chardin, ésta era muy grande, e incluso con el suelo; y fue llevado muerto Real y propiamente así; y (toda la asamblea, sin duda, sumida en el desorden) Pablo interrumpiendo su discurso; descendió y cayó sobre él. Se puede observar, nuestro Señor nunca usó este gesto, pero Elías y Eliseo lo hicieron, al igual que Pablo; y abrazado alto en sus brazos;dijo: No os preocupéis vosotros mismos ; porque su vida está en él , ha vuelto a la vida. Pablo, sin duda, le devolvió la vida mediante un milagro. Por tanto, cuando volvió a subir a la cámara donde se reunía la asamblea; (porque, habiendo compuesto y calmado sus mentes, volvió a su trabajo;) y había partido el pan y conversado un tiempo considerable; Incluso hasta el amanecer, partió de Troas, sin descansar en absoluto.

Y llevaron al joven vivo y bien al cuarto; y nos consolamos no poco en tan feliz acontecimiento; y más bien, como podrían temer que su muerte hubiera ocasionado algún reproche, si no se hubiera recuperado, porque sucedió en una asamblea cristiana, que se había prolongado tanto tiempo más allá de los límites habituales del tiempo, en este ocasión extraordinaria. ¡Pero Ay! cuántos de los que se han permitido dormir bajo los sermones, o, por así decirlo, soñar despiertos, han perecido para siempre, con el descuidado sonido del evangelio en sus oídos; ¡Dormiste el sueño de la muerte eterna, y caíste para no levantarte más!

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