Señor, no soy digno, etc.— El centurión con gran humildad responde a nuestro Señor, que él quiere decir que no debe tomarse la molestia de ir a su casa, ya que era un gentil; pero sólo que tendría la bondad de ordenar la curación de su sirviente, aunque a distancia; porque sabía que su poder era igual a ese efecto; enfermedades e incluso demonios de todo tipo estando tan sujetos a los mandamientos de Cristo, como sus soldadoseran para él. Sabía que él mismo era sólo un oficial inferior; porque los centuriones romanos estaban sujetos al mando de sus respectivos tribunos, como nuestros capitanes al de sus coroneles. "Soy sólo un oficial inferior", dice, "y, sin embargo, lo que mando se hace incluso en mi ausencia; ¡cuánto más lo que mandas, que eres el Señor de todo!" Algunos de los paganos formaron grandes ideas del poder divino: así dice Cicerón, Nihil est quad Deus efficere non posset, et quidem sine labore ullo. Ut enim hominum membrana nulla contentione mente ipsa ac voluntate moveantur, sic numine Deorum omnia regi, moveri, mutarique possent. Ver Nat.

Deor. lib. 3. "No hay nada que Dios no pueda hacer, y eso sin ningún trabajo; porque así como los miembros de los hombres se mueven sin ninguna dificultad por el mero acto de su voluntad, así la Deidad puede dirigir y gobernar todas las cosas". Pero la excelencia y la peculiaridad de la fe del centurión consistió en aplicar esta sublime idea a Jesús, que por apariencia exterior era sólo un hombre. Su fe parece haber surgido, como se insinuó anteriormente, de la cura milagrosa realizada algún tiempo antes al hijo de un noble en Capernaum; porque mientras el centurión moraba allí, podría saber que en el momento de la curación Jesús no estaba en Capernaum, sino en Caná, a la distancia de un día de viaje de los enfermos, cuando la realizó; pero esta fe solo pudo haber sido especulativa e ineficaz,

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