IV.

(1-5) Los primeros cinco versículos de este capítulo contienen un argumento adicional contra el espíritu de partido tal como existía en la Iglesia de Corinto, es decir, que solo Dios puede juzgar la obra de cualquier hombre si es digna, y que Dios, a diferencia de el hombre, que elige sólo a alguien para elogio, dará a cada trabajador su propia porción de aprobación.

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