La ley no es de fe. - El principio rector de la Ley no es la fe, sino otra cosa: las obras.

El hombre que las hace. - Por “ellos” se entienden los “estatutos” y “juicios” mencionados inmediatamente antes en el versículo ( Levítico 18:5 ) del que se toma la cita. Así como el énfasis estaba en la “fe” en el último versículo, aquí cae sobre la palabra “hace”: es una cuestión de obras.

Vivirá. - La idea de vida recibe una ampliación, correspondiente a la revelación más completa de la inmortalidad en el Nuevo Testamento en comparación con el Antiguo. En el Antiguo Testamento, "la vida es una existencia en la tierra, acortada por ningún juicio, que reposa sobre Dios y se deleita en Dios". Por otro lado, “la muerte es el final repentino y terrible, la destrucción de esta existencia a través de un juicio de algún tipo especial” (Schultz, Theology of the Old Testament, 2: 163).

Tal juicio sería la invasión caldea; y cuando el profeta Habacuc dice que “el justo vivirá”, quiere decir que debe ser salvado de esta calamidad y seguir disfrutando del favor y la protección divinos. La promesa en Levítico declara que el que guarde la ley será preservado de todos los juicios de este tipo. Con San Pablo, como en el Antiguo Testamento, la idea fundamental es la de obtener apoyo y sustento de Dios; pero para él, esto no se limita a la vida presente, ni se extiende más allá de la tumba sólo de una manera oscura y sombría: comienza en el tiempo y se extiende hasta la eternidad.

En ellos. - Su vida brotará de ellos y será alimentada por ellos, tal como un árbol echa sus raíces en la tierra.

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