Ven y mira. - Piensan en una visita más tarde, puede ser, al día siguiente. Les pide que vengan de inmediato. No sabemos dónde. No tenemos ni rastro de ninguna palabra hablada. Fue el punto de inflexión sagrado de la propia vida del escritor, y sus incidentes están fijados en una profundidad de pensamiento y sentimiento que ningún ojo humano puede penetrar. Pero recuerda la hora misma. Era como deberíamos decir a las cuatro de la tarde (ver marg.), Porque no hay razón suficiente para pensar que el método babilónico de contar las horas, habitual en Éfeso como en Jerusalén, se aparta de este Evangelio.

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