Versículo 9. Pero el que carece de estas cosas.  Aquel, ya sea judío o gentil, que profesa tener FE en Dios, y no ha añadido a esa FE la fortaleza, el conocimiento, la templanza, la paciencia, la piedad, la bondad fraternal y el amor universal; está ciego-su entendimiento está oscurecido, y no puede ver de lejos, μυωπαζων, cerrando los ojos contra la luz, guiñando el ojo, sin poder mirar la verdad a la cara, ni contemplar a ese Dios que una vez conoció reconciliado con él: y así parece que es voluntariamente ciego, y que ha olvidado que fue purificado de sus antiguos pecados; por fin, al no mejorar la gracia que recibió de Dios, al dejar de obrar su fe por amor, ha perdido la evidencia de las cosas que no se ven; pues, habiendo contrariado al Espíritu Santo al no mostrar las virtudes de aquel que le llamó a su maravillosa luz, ha perdido el testimonio de su filiación; y entonces, habiendo sustituido la luz y la confianza filial por las tinieblas y la dureza, primero pone en duda toda su experiencia anterior, y se pregunta si no ha puesto el entusiasmo en lugar de la religión. Por estos medios aumentan sus tinieblas y su dureza, su memoria se vuelve indistinta y confusa, hasta que al final olvida la obra de Dios en su alma, luego la niega, y por último afirma que el conocimiento de la salvación, por la remisión de los pecados, es imposible, y que ningún hombre puede salvarse del pecado en esta vida. De hecho, algunos llegan a negar al Señor que los compró; a renunciar a Jesucristo como si hubiera hecho expiación por ellos; y terminan su carrera de apostasía negando por completo su Deidad. He conocido muchos casos de este tipo; y todos son consecuencia de que los creyentes no continúan siendo obreros junto a Dios, después de haber experimentado su amor perdonador.

Lector, procura que la luz que hay en ti no se convierta en tinieblas; porque si lo hace, ¡qué grandes tinieblas!

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