(18) Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, (19) el justo por los injustos, (20) para llevarnos a Dios, (21) muerto en la carne, pero vivificado por la Espíritu:

(18) Una prueba de cualquiera de las reglas, por el ejemplo de Cristo mismo, nuestro modelo principal, quien fue afligido no por sus propios pecados (que no lo eran) sino por los nuestros, y eso según el decreto de su Padre.

(19) Un argumento tomado en comparación: Cristo el justo, sufrió por nosotros los injustos, y nos entristecerá a los injustos sufrir por la causa de Cristo.

(20) Otro argumento se toma en parte de las cosas acopladas, es decir, porque Cristo nos lleva a su Padre por el mismo camino que él mismo, y en parte de la causa eficiente: es decir, porque Cristo no solo se nos presenta para un ejemplo a seguir, pero también nos sostiene con su poder en todas las dificultades de esta vida, hasta llevarnos a su Padre.

(21) Otro argumento extraído del feliz final de estas aflicciones, en el que también Cristo nos precede con ejemplo y poder, como quien sufrió los más graves tormentos hasta la muerte, aunque sólo en una parte de él, es decir, en la carne o en la naturaleza del hombre: pero sin embargo se convirtió en vencedor en virtud de su divinidad.

(m) En cuanto a su virilidad, porque su cuerpo estaba muerto, y su alma sentía los dolores de la muerte.

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