Por cuanto (1) entonces, como Cristo padeció por nosotros en la carne, armaos también de la misma mente; porque el que padeció en la carne, cesó del pecado;

(1) Habiendo terminado su digresión y deslizándose de su asunto, ahora vuelve a la exhortación que interrumpió, aprovechando lo que dijo acerca de la muerte y resurrección de Cristo, definiendo así nuestra santificación, que ser santificado, es Todo lo que uno tiene que sufrir en la carne, es decir, dejar nuestra maldad y maldad: y volver a levantarse a Dios, es decir, ser renovados por la virtud del Espíritu Santo, para que podamos guiarnos. el resto de nuestra vida que permanece según la voluntad de Dios.

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