(10) Si alguno habla, [hable] como los oráculos de Dios; si alguno ministra, [hágalo] según la capacidad que Dios da: para que Dios sea glorificado en todas las cosas por medio de Jesucristo, a quien sea alabanza e imperio por los siglos de los siglos. Amén.

(10) Considera principales dos clases de estos dones, es decir, el oficio de enseñar en la Iglesia, y las otras funciones eclesiásticas, en las que se deben observar especialmente dos cosas: es decir, que la pura palabra de Dios sea ​​enseñado, y todo lo que se haga, sea referido a la gloria de Dios el Padre en Cristo, como a la marca apropiada.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad