(3) Fortalecido con todas las fuerzas, según su glorioso poder, para toda paciencia y paciencia con (g) gozo;

(3) El don de la continuidad no es de nosotros, sino que procede del poder de Dios, que Él nos da gratuitamente.

(g) No debe ser involuntario, y por así decirlo, extraído de nosotros por la fuerza, sino que debe proceder de una mente alegre y gozosa.

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