(9) Por eso os digo: No os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis o qué beberéis; ni por vuestro cuerpo, qué vestiréis. ¿No es la vida más que la carne y el cuerpo que el vestido?

(9) El cuidado perverso y oneroso de las cosas de esta vida se corrige en los hijos de Dios por un pensamiento ferviente en la providencia de Dios.

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