LECCIONES DE LA NATURALEZA

'Por tanto os digo: No os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis o qué beberéis; ni por vuestro cuerpo, qué vestiréis.

Mateo 6:25

«No te preocupes, no estés ansioso»: ¡extraña exhortación! ¿Cuántos cristianos nominales pretenden seguirlo? ¿Por qué es esto?

I. El mundo en el corazón . ¿No es principalmente porque el mundo está en nuestros corazones? ¿No pensamos nunca, y casi exclusivamente, en este mundo? ¿No estamos dominados, la mayoría de nosotros, por el egoísmo y la codicia ansiosa de nuestros simples instintos animales o terrenales? ¿De dónde ha caído tan densamente esta plaga de la irrealidad sobre los bellos campos de la enseñanza del Evangelio?

II. La voz de la naturaleza . Esto se debe en parte al hecho de que nos hemos vuelto tan muertos para la naturaleza; porque la voz de la naturaleza no es otra que la voz de Dios. Nuestro Señor mismo trató de enseñarnos que Dios, a quien llamamos tan lejos y tan lejos de nosotros, está muy cerca y nos habla todo el día. ¿Por qué pensáis en vestiduras? Considere los lirios. ¡Muy bonito, dices, muy poético! No, no es una extravagancia piadosa; pero si lo toma correctamente y lo comprende sabiamente, tiene para cada uno de nosotros una verdad dulce, hogareña y práctica.

III. Confianza en Dios — No se os ordena, observad, que no hagáis nada por vosotros mismos; pero se les ordena, mientras hacen lo que les corresponde a ustedes mismos, que pongan toda su confianza y confianza en Dios. Debes labrar la tierra, sembrar, cosechar y trabajar; y, de una forma u otra, con la cabeza o con las manos, debes ganarte el pan con el sudor de tu frente. Esa es la ley primaria de Dios; sin embargo, si no fuera por el regalo de Dios, no crecería ni una mazorca de maíz; y al darte el maíz, Dios quisiera enseñarte al mismo tiempo que la vida es más que la vida y el cuerpo que la ropa.

IV. La Ley Divina . Aquí, entonces, están algunas de las lecciones de este pasaje: Haga su trabajo, pero hágalo con tranquilidad y confianza; cumpla con su deber, pero hágalo sin esta ansiedad corrosiva; y el que aun en el desierto extiende su mesa para los pájaros, el que viste las flores con sus hermosos bordados, os alimentará y vestirá. Deje que la justicia, la bondad, la bondad, la pureza sea su objetivo; no la lucha egoísta de la competencia intrigante, no las apetitos brutales del deseo sensual.

No permita que sus necesidades diarias emboten el borde de sus aspiraciones ideales: no se hunda en los apetitos humillantes o en las máquinas para hacer dinero. Ciertamente el hombre vive de pan, pero no solo de pan vive .

—Dean Farrar.

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