REFLEXIONES

¡Mi alma! Reflexiona bien sobre las muchas verdades benditas contenidas en este Capítulo, para que puedas entender bien las palabras de los sabios y sus dichos oscuros. Sospecha de ti mismo y de tu propio corazón, siempre que las Escrituras aparezcan, en la primera lectura, con un aspecto que no puedas revelar inmediatamente. Y no olvides mirar a Dios el Espíritu Santo, el Autor de su bendita palabra, quien si alguno tiene falta de sabiduría y pide a Dios, da a todos abundantemente y sin reproche.

¡Sí! ¡Tú, Maestro Todopoderoso! bajo tu misericordiosa instrucción oro continuamente para venir. Enseñado por ti, me resultará provechoso ir a la casa del duelo en lugar de a la casa del banquete. Enseñado de ti, nunca hallaré confianza en ninguna supuesta rectitud excesiva. Y enseñado de Ti, mi alma no se desanimará ante la vista abrumadora de la multitud de mis transgresiones.

Pero mirando a Jesús, a quien siempre estás glorificando a mi vista en él, y su completa justicia que todo lo justifica, todos mis pobres servicios serán olvidados; y en su sangre que todo lo limpia, todos mis pecados serán borrados; y como la iniquidad de Judá y de Israel, cuando se busca, no se hallará.

¡Precioso Señor Jesús! ¡Cada vez más preciosa seas para mi pobre alma! ¿Dónde, oa quién, debo mirar, sino a ti, bajo las debilidades diarias de una naturaleza caída, que incluso en las almas justificadas, brotan continuamente? ¡Oh! ¡Señor! mantén, te ruego, mis ojos fijos en ti. Hazme mirar dentro del velo, adonde has entrado, como precursor de tu pueblo. ¡Y nunca me dejes olvidar el valor y la excelencia infinitos y eternos que hay en tu sangre, aunque haya nuevas impurezas en mi pobre corazón de día en día! ¡Oh! hazme recordar tu sacerdocio que nunca falta, y consolarme de la seguridad de que tú, bendito Jesús, tienes más que defender por tus redimidos ante Dios y el Padre, que sus transgresiones para defenderlos.

Y que nunca pierda el bendito sonido en mis oídos de la graciosa voz de Dios, en confirmación de los méritos de tu sangre y justicia, en la que ha dicho: Líbralo de descender a la fosa, he hallado rescate.

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