Y fueron bautizados por él en el Jordán, confesando sus pecados.

El desierto de Judea en el que predicó Juan, no debe ser considerado por nosotros como lo que ahora llamaríamos un desierto, que es un lugar solitario, porque había ciudades y aldeas en él. La multitud que se agolpaba ante él no es de extrañar, cuando consideramos cuánto tiempo había transcurrido en la iglesia un intervalo, incluso de 350 años, desde los días de Malaquías, el último Profeta.

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