Lector, no deje de observar en qué punto de vista entrañable la iglesia está llamada a triunfar en su pacto con Dios. Primero, en su glorioso e incomunicable nombre JAH, autoexistente, y en sí mismo el Autor y Fuente de todas las bendiciones del pacto que ha dado y prometido. En segundo lugar, en su carácter de pacto, como el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien se nombra a toda la familia en el cielo y en la tierra; por el cual está comprometido a ser el Padre de nuestro estado arruinado y huérfano en Adán.

Y en tercer lugar, en el cumplimiento de lo que ha prometido a nuestra gloriosa Cabeza; del cual todo pobre pecador sacado de las tinieblas y la sombra de la muerte es una confirmación. En efecto, el Señor Jehová dice a la persona del gran Cabeza de la iglesia, siempre que vivifica a un pecador: Con la sangre de tu pacto envié a tus prisioneros del pozo donde no hay agua; Zacarías 9:11 .

Bien que toda alma redimida cante alabanzas a Dios; sí, cantad a su nombre. Y más aún al contemplar el carácter distintivo de la misericordia. ¿No es el nombre de Jehová el que se convierte en causa y motivo de todo pacto de misericordia? Ezequiel 36:22 .

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