• Isaías 50:2

    “¿Por qué vine, y nadie apareció? ¿Por qué llamé, y nadie respondió? ¿Acaso es demasiado corto mi brazo que no pueda rescatar? ¿Acaso no hay en mí fuerzas para librar? He aquí que con mi reprensión haré que el mar se seque; convertiré los ríos en desierto hasta que se pudran sus peces y se mueran de sed por falta de agua.

  • Isaías 50:3

    Yo vestiré de oscuridad los cielos, y les pondré cilicio como cobertura”.

  • Isaías 50:4

    El SEÑOR Dios me ha dado una lengua adiestrada para saber responder palabra al cansado. Me despierta cada mañana; cada mañana despierta mi oído para que yo escuche, como los que son adiestrados.

  • Isaías 50:5

    El SEÑOR Dios me abrió el oído, y no fui rebelde ni me volví atrás.

  • Isaías 50:6

    Entregué mis espaldas a los que me golpeaban, y mis mejillas a los que me arrancaban la barba. No escondí mi cara de las afrentas ni de los escupitajos.

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