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»Pero ahora se ríen de mí los que son en edad más jóvenes que yo, aquellos a cuyos padres yo habría desdeñado poner junto con los perros de mi rebaño.
             
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¿Para qué habría necesitado la fuerza de sus manos, si su vigor se había ido de ellos?
             
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Por la miseria y el hambre están anémicos; roen la tierra reseca, la tierra asolada y desolada.
             
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Recogen malvas entre los arbustos y la raíz de la retama para calentarse.
             
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Están expulsados de la comunidad, y gritan contra ellos como a ladrones.
             
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Habitan en los barrancos de los arroyos, en los huecos de la tierra y de las peñas.
             
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Chillan entre los arbustos y se apiñan debajo de los espinos.
             
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¡Insensatos! ¡También gente sin nombre echados a golpes de la tierra!
             
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»Pero ahora he llegado a ser su canción; soy el tema de su habladuría.
             
            
    
    
    
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