Sin embargo, ni el hombre es sin la mujer, ni la mujer sin el hombre, en el Señor.

El uno necesita del otro en las relaciones sexuales; y con respecto a Cristo ("en el Señor"), el hombre y la mujer juntos (pues no se puede prescindir de ninguno) realizan el ideal de la humanidad redimida representada por la Esposa, la Iglesia. Solo Cristo combinó las perfecciones del hombre y también de la mujer. Él es el Hombre Representante, que tiene a la vez el poder masculino del hombre y la gracia ministrante de la mujer.

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