Diciendo, he pecado en que he traicionado la sangre inocente. Y ellos dijeron: ¿Qué nos importa eso a nosotros? Ocúpate de eso.

Diciendo, he pecado en que he traicionado la sangre inocente. ¡Qué testimonio este de Jesús! Judas había estado con Él en todas las circunstancias durante tres años; su puesto, como tesorero de Él y de los Doce, le dio oportunidad especial de observar el espíritu, disposición y hábitos de su Maestro; mientras que su naturaleza codiciosa y sus prácticas ladronas lo inclinarían a interpretaciones sombrías y sospechosas, en lugar de francas y generosas, de todo lo que Él dijo e hizo.

Si, pues, hubiera podido fijarse en un rasgo cuestionable de todo lo que había presenciado durante tanto tiempo, podemos estar seguros de que nunca un discurso como éste habría escapado de sus labios, ni se habría sentido tan aguijoneado por el remordimiento como para no hacerlo. Ser capaz de quedarse con el dinero y sobrevivir a su crimen.

Y ellos dijeron: ¿Qué nos importa eso a nosotros? Ocúpate de eso: 'Culpable o inocente no es nada para nosotros: ¡Lo tenemos ahora, vete!' ¿Se pronunció alguna vez un discurso más infernal?

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