Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo; antes bien, como está escrito: Los vituperios de los que te vituperaban, cayeron sobre mí.

Porque ni siquiera Cristo se agradó (vivió para no agradar) a sí mismo; pero, como está escrito, Los vituperios de los que te vituperaban cayeron sobre mí - (ver las notas en, pag. 181.)

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad