Santiago 2:1-26

1 Hermanos míos, tengan la fe de nuestro glorioso Señor Jesucristo sin hacer distinción de personas.

2 Porque si en su congregación entra un hombre con anillo de oro y ropa lujosa, y también entra un pobre con vestido sucio,

3 y solo atienden con respeto al que lleva ropa lujosa y le dicen: “Siéntate tú aquí en buen lugar”; y al pobre le dicen: “Quédate allí de pie” o “Siéntate aquí a mis pies”,

4 ¿no hacen distinción entre ustedes, y no vienen a ser jueces con malos criterios?

5 Amados hermanos míos, oigan: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que lo aman?

6 Pero ustedes han afrentado al pobre. ¿No los oprimen los ricos, y no son ellos los que los arrastran a los tribunales?

7 ¿No blasfeman ellos el buen nombre que ha sido invocado sobre ustedes?

8 Si de veras cumplen la ley real conforme a las Escrituras: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, hacen bien.

9 Pero si hacen distinción de personas cometen pecado y son reprobados por la ley como transgresores.

10 Porque cualquiera que guarda toda la ley pero ofende en un solo punto se ha hecho culpable de todo.

11 Porque el que dijo: No cometas adulterio también dijo: No cometas homicidio. Y si no cometes adulterio pero cometes homicidio, te has hecho transgresor de la ley.

12 Así hablen y así actúen, como quienes están a punto de ser juzgados por la ley de la libertad.

13 Porque habrá juicio sin misericordia contra aquel que no hace misericordia. ¡La misericordia se gloría triunfante sobre el juicio!

14 Hermanos míos, si alguno dice que tiene fe y no tiene obras, ¿de qué sirve? ¿Puede acaso su fe salvarle?

15 Si un hermano o una hermana están desnudos y les falta la comida diaria,

16 y alguno de ustedes les dice: “Vayan en paz, caliéntense y sáciense” pero no les da lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve?

17 Así también la fe, si no tiene obras, está muerta en sí misma.

18 Sin embargo, alguno dirá: “Tú tienes fe, y yo tengo obras”. ¡Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras!

19 Tú crees que Dios es uno. Bien haces. También los demonios creen y tiemblan.

20 Pero, ¿quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta?.

21 ¿No fue justificado por las obras nuestro padre Abraham, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar?

22 Puedes ver que la fe actuaba juntamente con sus obras y que la fe fue completada por las obras.

23 Y se cumplió la Escritura que dice: Y creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia; y fue llamado amigo de Dios.

24 Pueden ver, pues, que el hombre es justificado por las obras y no solamente por la fe.

25 De igual manera, ¿no fue justificada también la prostituta Rajab por las obras cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino?

26 Porque tal como el cuerpo sin el espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.

CAPITULO 2

EL PECADO Y LA ACEPCION DE PERSONAS: LA FE MUERTA Y SIN OBRAS NO SALVA A NADIE.

1-13. Jacobo ilustra “la perfecta ley de la libertad” (1:25) con un caso de pecado contra ella, y termina con otra referencia a dicha ley (1:12, 13).

1. Hermanos—La igualdad de todos los cristianos como “hermanos” forma la base de la amonestación. la fe de … Cristo—eso es, la fe cristiana. Jacobo fundamenta la práctica cristiana en la fe cristiana. el Señor … glorioso—“el Señor de la gloria:” así en 1 Corintios 2:8. Como todos los creyentes, así ricos como pobres, reciben su gloria de su unión con aquél, “el Señor de la gloria”, no de las ventajas externas de fortuna mundana, el pecado mencionado es marcadamente inconsecuente con la fe de él. Bengel, sin hacer elipsis de el Señor, explica “gloria” como en aposición con “Cristo,” quien es la gloria (Lucas 2:32); la verdadera gloria (Shekinah del templo) (Romanos 9:4). Nuestra versión es más sencilla. La gloria de Cristo, reposando sobre el humilde creyente, debería hacer que éste sea tenido en tan alta estima por los “hermanos”, como su hermano más rico; y más aún, si el creyente humilde tiene más del espíritu de Cristo que el hermano rico. en acepción de personas—en la práctica de la preferencia parcial de personas de varias maneras y en varias ocasiones.

2. congregaciónlit., “sinagoga”; éste, el último caso del uso honroso y el único de uso cristiano del vocablo usado en el Nuevo Testamento, ocurre en la Epístola de Santiago, el apóstol que mantuvo hasta el último momento posibles los vínculos entre la sinagoga judaica y la iglesia cristiana. Pronto después, la continua resistencia a la verdad de parte de los judíos indujo a los cristianos a dejarles el uso exclusivo del término (Apocalipsis 3:9). La “sinagoga” denota meramente una asamblea o congregación no necesariamente unida por vínculo común alguno. “Iglesia” es un pueblo ligado por vínculos y leyes mutuos, aun cuando acaso los miembros no estén reunidos. [Trench y Vitringa]. En parte por las tendencias hebraicas de Jacobo, y en parte porque las iglesias cristianas retenían las más de las formas judaicas, este término “sinagoga” se emplea aquí en vez del vocablo cristiano “iglesia” (ekklesνa, derivado del radical llamar fuera, o convocar, expresa la unión de sus miembros en vínculos espirituales, independientes de localidad, y llamados fuera a una separación del mundo); una coincidencia sin premeditación y un indicio de la verdad. La gente, en la sinagoga judaica, tomaba asientos conforme a su rango, los del mismo oficio se sentaban juntos. La introducción de esta costumbre en los lugares de culto cristiano es aquí reprobado por el apóstol. Las iglesias o templos cristianos eran edificados como las sinagogas, con la mesa santa en el extremo oriental de aquéllas, como estaba el arca en éstas; el pupitre y el púlpito eran los principales artículos mobiliarios en ambas. Esto enseña el error de comparar la iglesia con el templo, y el ministerio con el sacerdocio; el templo es representado por todo el cuerpo de adoradores; el local de la iglesia era construído según el modelo de la sinagoga, no del templo. Véase La Sinagoga, por Vitringa,

2, 3. Si … entra—“Si por acaso entra …” [Alford]. ropa … vestidura—Como el griego tiene el mismo vocablo en ambos versículos, se podría traducir cada vez de la misma manera, “vestidura espléndida.” tuviereis respeto—sin saber acaso quién es, si en efecto fuese pagano. Era el oficio de los diáconos señalar asientos a los miembros de la congregación. [Clemente, Constitución, 2:57, 58]. le dijereis—“Le” está omitido en los mejores manuscritos. Así el “tú” viene a ser más enfático. aquí—cerca de quien habla. allí—alejado de donde están los asientos buenos. debajo de mi estrado—no literalmente así, sino en el suelo cerca de mi estrado. El hombre pobre o tenía que permanecer de pie, o si se sentaba, sentarse en una posición degradante.

4. ¿No juzgáis.. ?Lit., ¿no habéis hecho distinciones, o diferencias (prefiriendo uno a otro)? Así en Judas 1:22. en vosotros mismos—en vuestras mentes, eso es, según vuestra inclinación carnal [Grocio] venís a ser jueces—Las palabras griegas por “jueces” y “juzgáis” (con parcialidad) son afines en sonido y sentido. Debiera darse una traducción similar a ambas; es decir, por jueces dígase “distinguidores de (o sea, según vuestros) pensamientos malos”; o bien, ¿no juzgáis con parcialidad entre hombres, haciéndoos así jueces malévolos (Marco 7:21)? Los “pensamientos malos” están en los jueces mismos como en Lucas 18:6 : “juez de injusticia”, traducido, “juez injusto”. Alford y Wahl traducen: “¿No dudasteis” (respecto a vuestra fe, que es inconsecuente con las distinciones que hacéis entre ricos y pobres)? Porque el griego (diakrinein) siempre significa dudar en el Nuevo Testamento. Así en el 1:6 que algunos traducen vacilar, o fluctuar. Mateo 21:21; Hechos 10:20; Romanos 4:20, “tampoco … dudó.” El mismo juego de palabras afines hay en el griego en Romanos 14:10, Romanos 14:23 : juzgas … hace diferencia (o duda). La misma culpa de ser juez de la ley, cuando uno debiera ser quien la obedezca, se halla en el 4:11.

5. oíd—El apóstol llama a juicio a los que se constituyen “jueces” a sí mismos (2:4). pobres de este mundo—Los mejores manuscritos dicen: “los pobres con respecto al mundo”. En contraste con “los ricos en este presente siglo” (1 Timoteo 6:17). No todos los pobres, por supuesto; pero los pobres, como clase, proporcionaron mayor número de creyentes que los ricos, como clase. El rico, si es creyente, renuncia a las riquezas, como su porción; el pobre, si es incrédulo, descuida aquello que es la ventaja especial de la pobreza (Mateo 5:3; 1 Corintios 1:26, 1 Corintios 1:28). ricos en fe—Sus riquezas consisten en la fe. Lucas 12:21 : “ricos para con Dios”. 1 Timoteo 6:18 : “Ricos en buenas obras” (Apocalipsis 2:9; 2 Corintios 8:9). La pobreza de Cristo es la fuente de riquezas del creyente. reino … prometido—(Lucas 12:32; 1 Corintios 2:9; 2 Timoteo 4:8.)

6. El juicio de los pobres por el mundo contrastado con su juicio por Dios. vosotros—Cristianos, de quienes se habrían de esperar mejores actos: no sorprende el que los del mundo hagan tales cosas. afrentadolit., “deshonrado”. Deshonrar a los pobres es deshonrar a los que Dios honra, invirtiendo así el orden de Dios [Calvino]. los ricos—como clase. os oprimenlit., abusan de su poder en vuestra contra. arrastran—con violencia [Alford]. a los juzgados—instituyendo persecuciones por la religión, tanto como procesos legales opresivos, contra vosotros.

7. “¿No son ellos los que blasfeman..?” como en el 2:6 [Alford]. Debe ser que aquí se alude a los ricos paganos principalmente; porque otros no blasfemarían abiertamente el nombre de Cristo. Sólo indirectamente se podría significar a cristianos ricos, quienes, por su inconsecuencia, hiciesen blasfemar el nombre de él; así Ezequiel 36:21; Romanos 2:24. Además, había muy pocos judeocristianos ricos entonces en Jerusalén (Romanos 15:26). Los que deshonran el nombre de Dios por el pecado voluntario y habitual, “toman el nombre del Señor en vano” (Proverbios 30:9, con Éxodo 20:7). el buen nombre—que es “bueno delante de los santos de Jehová” (Salmo 52:9; Salmo 54:6); que rogáis que “sea santificado” (Mateo 6:9), y que es “llamado”, invocado, sobre vosotros (Génesis 48:16; Isaías 4:1, marginal; Hechos 15:17), de modo que en vuestro bautismo “en (adentro de: así el griego, Mateo 28:19) el nombre” de Cristo vinisteis a ser el pueblo de Cristo (1 Corintios 3:23).

8. El griego se puede traducir: “Sin embargo, sí cumplís …”, como Alford siguiendo a Estio explica: “Con todo, no digo que aborrezcáis a los ricos (por su opresión), ni que los echéis de vuestras asambleas; si optáis por observar la ley real.., bien hecho; pero hacer acepción de personas es quebrantar la ley”. Creo que la traducción es: “Si en verdad (o, si pues, por una parte) cumplís la ley real … bien hacéis; pero si (por la otra) hacéis acepción de personas, practicáis pecado”. Los judeocristianos se jactaban de la ley, y confiaban en ella (Hechos 15:1; Hechos 21:18; Romanos 2:17; Gálatas 2:12). A esto alude el “en verdad.” “(Estáis reposados en la ley); si en verdad (pues) la cumplís, bien hacéis; pero si …” real—la ley que es rey de todas las leyes, siendo el todo y la esencia de los diez mandamientos. El gran Rey, Dios, es amor; su ley es la ley real del amor, y dicha ley, como él mismo, reina suprema. El “no hace acepción de personas”; hacer acepción de personas, pues, significa contrariar a Dios y a su real ley, la que es, a la vez” ley de amor y ley de libertad (Gálatas 2:12). La ley es el “todo”, la Escritura particular citada (Levítico 19:18) es una parte del todo. Quebrantar una parte es quebrantarla toda (Levítico 2:10). bien hacéis—siendo “bienaventurados” en vuestro hacer (Levítico 1:25), no oidores olvidadizos de la ley.

9. La acepción de personas viola el mandamiento de amar a todos por igual, como “a uno mismo”. cometéis pecadolit., “obráis pecado” (Mateo 7:23, el texto referido aquí probablemente, como en el 1:22). Vuestras obras son pecado, sea cual fuere la jactancia de la ley que hagáis por palabras (nota 2:8). como transgresores—no solamente de este o aquel mandamiento particular sino del todo en absoluto.

10. ofendieretropezare, no tan fuerte como “caer”, Romanos 11:11; “en un punto”, como aquí la acepción de personas; “culpable de todos”. La ley es como un vestido sin costura, que queda desgarrado si se la desgarra en cualquier parte; o como una armonía que queda rota si hay una sola nota discordante [Tirino]; o una cadena de oro cuya perfección se desmejora con la rotura de un solo eslabón [Gataker]. Así que vosotros quebrantáis la ley, aun cuando no el todo de la ley, porque cometéis ofensa contra el amor, el cual es el cumplimiento de la ley. Si cualquier parte del hombre es leprosa, todo el hombre es juzgado leproso. Dios requiere la perfecta obediencia, no la parcial. No hemos de escoger las partes de la ley que queramos guardar, según nuestro capricho, para descuidar las otras.

11. Es uno aquel que dió toda la ley; por tanto, los que violan la voluntad de aquél en un punto, la violan en todos [Bengel]. La ley y el Autor de la ley tienen completa unidad. matarás … adulterio—Los elige por cuanto son los casos más evidentes de violación del deber para con el prójimo.

12. Recapitulando los raciocinios anteriores. hablad—volviendo sobre lo dicho en el 1:19, 26; discusión más completa se da en el capítulo 3. juzgados por la ley de libertad—(1:25), eso es, la ley evangélica del amor, que no es una ley de externo constreñimiento, sino de íntima y libre inclinación instintiva. La ley de la libertad, por la misericordia de Dios, nos libra de la maldición de la ley, para que en adelante seamos libres para amar y obedecer espontáneamente. Si no queremos, a la vez practicar la ley del amor hacia el prójimo, dicha ley de gracia nos condena aun más gravemente que la antigua ley, que nada hablaba sino de la ira para aquel que ofendía en el más mínimo particular (2:13). Comp. Mateo 18:32; Juan 12:6, Juan 12:48; Apocalipsis 6:16 : “ira del (misericordioso) Cordero”.

13. Lo opuesto de “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” (Mateo 5:7). “El juicio (que vendrá sobre todos nosotros) será sin misericordia para aquel que nunca usó de misericordia”. Será para cada uno lo que cada uno haya sido [Bengel]. “Misericordia” aquí corresponde a “amor” en el 2:8. la misericordia se gloría contra el juicio—Lejos de temer al juicio, en el caso de los que la siguen, la misericordia en efecto se gloría contra él, sabiendo que no los puede condenar. No que la misericordia de ellos sea la base de su absolución, sino que la misericordia de Dios en Cristo para con ellos, que produce de parte de ellos la misericordia para con sus semejantes, hace que ellos triunfen sobre el juicio, el que de otro modo todos ellos en sí merecerían.

14. El apóstol aquí pasando del caso particular de la “misericordia” o “amor” violado por la “acepción de personas”, no obstante la profesión de fe en el Señor Jesús (2:1), combate la tendencia de los judíos (transplantada en el cristianismo de ellos) de sustituir un conocimiento inerte e inoperante de la letra de la ley, por un cambio de corazón para la santidad práctica, como si se lograra con eso la justificación (Romanos 2:3, Romanos 2:13, Romanos 2:23). Parece improbable que él hubiese visto las Epístolas de Pablo, por cuanto usa las mismas frases y ejemplos (comp. el 2:21, 23, 25, con Romanos 4:3; Hebreos 11:17, Hebreos 11:31; y el 2:14, 24, con Romanos 3:28; Gálatas 2:16). Fuese así resuelto individualmente por Jacobo o no, el Espíritu Santo por medio de él combate, no a Pablo, sino a aquellos que abusaban de la doctrina de Pablo. La enseñanza de ambos es inspirada, y por tanto ha de ser recibida sin lucha de palabras; es que cada uno tenía una clase diferente de gente con quien tratar: Pablo con los “autojustificadores”; Jacobo, con los adeptos antinomianos de una mera fe nocional. Pablo insiste tan fuertemente como Jacobo en la necesidad de obras como evidencia de la fe, especialmente en sus epístolas posteriores, cuando muchos abusaban ya de la doctrina de la fe (Tito 2:14; Tito 3:8). “Creer y obrar son parientes consanguíneos” [Ruterford]. qué aprovechará?lit., “¿qué es el provecho?” ¿Qué provecho hay? si alguno dice—Jacobo no dice: “Si alguno tiene fe”; sino que, “si alguno dice que tiene fe”; queriendo decir la mera profesión de fe, tal como se hacía comúnmente en el bautismo. Simón el Mago así “creyó, y fué bautizado” y con todo no tuvo “ni parte ni suerte en este asunto”, porque su corazón—como sus palabras y sus obras demostraban—no era recto delante de Dios. Alford erróneamente niega que “dice” sea enfático. La ilustración del v. 16 prueba que lo es: “Si alguno de vosotros les dice (a los desnudos), calentaos … pero no les diereis las cosas necesarias”. La profesión de la simpatía inoperante corresponde a la profesión inoperante de la fe. ¿Podrá la fe salvarle?—la fe de él: tal fe pretendida: el vanó nombre de una fe ostentosa es contrastada con la verdadera fe fructífera. Así lo que los ilusos llaman “sabiduría”, no es la verdadera sabiduría (3:15). El pronombre (en salvarle) en el griego es enfático; el hombre determinado, que profesa la fe sin las obras que evidencian la vitalidad de la misma.

15. Y si—el griego: “Pero si …”; continuando el argumento contra quien dijera que tiene fe, etc., sin señal de frutos. el hermano—el griego: “un hermano”, algún hermano en la fe, de socorrer al cual tenemos la especial obligación, independientemente del deber general de socorrer a todos nuestros semejantes. están desnudos—el griego infiere “hallados desnudos”, al averiguarse el caso.

16. La costumbre de recibir pasivamente las impresiones sentimentales de las miserias ajenas, sin llevarlas a la práctica habitual, sólo hace duro el corazón. alguno de vosotros—Jacobo aplica el caso a sus oyentes individualmente. Id en paz—como si todas sus necesidades quedaran satisfechas tan sólo con dirigirles palabras. Las mismas palabras en la boca de Cristo eran acompañadas de fehacientes obras de amor. calentaos—con abrigo, en vez de seguir estando desnudos (v. 15; Job 31:20). Hartaos—sed alimentados, en vez de seguir hambrientos (Mateo 15:37). ¿qué aprovechará?—terminando con la misma pregunta con que empezó (v. 14). Justa retribución: las expresiones cariñosas que no se acompañan con hechos correspondientes, como no son de provecho para los menesterosos, tampoco son de provecho para el mismo profesor. Así la fe que consiste en meras profesiones es inaceptable a Dios, el objeto de la fe, y sin provecho para quien la profesa.

17. la fe … en sí misma—Así traduce Alford: “muerta en sí”. Dice Bengel: “Si las obras que la fe viviente produce, no tienen existencia, es prueba de que la fe misma (lit., con respecto a sí misma) no tiene existencia; eso es, que aquello de que uno se jacta como de fe, es muerto”. La “fe—dice—es muerta en sí misma”, porque cuando tiene obras, está viva, y se ve que está viva, no con respecto a sus obras, sino con respecto a sí misma.

18. Continúase el argumento Daniel 2:14, Daniel 2:16. Quizá alguno diga que tiene fe, aunque no tenga obras. Suponed que alguno dijera al hermano desnudo: “caliéntate”, sin darle el abrigo necesario. “Pero alguno (que sostiene la correcta opinión de que la fe debe tener obras que la acompañen) dirá (en oposición a lo que dice el profesor aludido) …” muéstrame tu fe sin tus obras—si tú puedes; pero tú no puedes enseñar o evidenciar tu alegada fe, (v. 14) sin obras. “Mostrar” aquí no significa “probar”, sino exhibir. La fe es invisible, salvo a Dios. Para enseñar la fe al hombre, obras de alguna u otra forma se han menester; somos justificados judicialmente por Dios (Romanos 8:33); meritoriamente, por Cristo (Isaías 53:11); mediadoramente, por la fe (Romanos 5:1); evidentemente, por las obras. La cuestión aquí no es con respecto a la base de la justificación del creyente, sino acerca de la demostración de su fe: así en el caso de Abrahán. En Génesis 22:1, se dice que Dios tentó a Abrahán; eso es, puso a la prueba de la demostración la realidad de su fe, no para la satisfacción de Dios, que ya la conocía bien, sino para demostrarla delante de los hombres. El ofrecimiento de Isaac citado aquí (v. 21), no formó parte alguna de la base de su justificación, puesto que fué justificado con anterioridad cuando creyó sencillamente en la promesa de los herederos espirituales, o sea, de los creyentes, numerosos como las estrellas. Fué justificado entonces: dicha justificación fué demostrada o manifestada con el ofrecimiento de Isaac cuarenta años después. Dicha obra de fe demostró su justificación, pero no contribuyó a la misma. El árbol demuestra su vida por sus frutos; pero vivía ya antes de aparecer sus frutos y aun sus hojas.

19. Tú—enfático. Tú, iluso, aparentas tener fe sin obras. que Dios es uno—Su existencia se sobreentiende en esta unidad. Es éste el artículo fundamental del credo de los judíos así como de los cristianos, y es el punto de la fe de que se jactaban los primeros especialmente, puesto que los distinguía de los gentiles, punto presentado, por tanto, por Jacobo aquí. bien haces—hasta aquí. Pero a menos que tu fe haga más que asentir a esta verdad, “los demonios (cuya cabeza es Satanás) creen” hasta aquí en común contigo, “y (lejos de ser salvos por semejante fe) se estremecen” (así el griego; Mateo 8:29; Lucas 4:34; 2 Pedro 2:4; Judas 1:6; Apocalipsis 20:10). La fe de ellos no hace sino aumentar su tormento con el pensamiento de tener que encontrarse con aquel que los ha consignado a su justa condenación; de modo que la tuya (Hebreos 10:26) no es la fe del amor, sino la del temor, la que tiene tormento (1 Juan 4:18, Joel 4:18).

20. ¿quieres saber?—“El hombre vano” no quiere saber la voluntad de Dios, puesto que no quiere hacerla. El apóstol suplica a tal hombre que deje su perversa indisposición de saber lo que es palpable a todos los que desean saberlo. vano—que se engaña a sí mismo con una esperanza delusoria, que descansa en una fe irreal. sin obras—El griego expresa “aparte de las obras” [Alford]. que deberían manar de ella, si fuese real. es muerta—Algunos de los mejores manuscritos dicen: “Es fútil”, ineficiente para lograr lo que tú esperas, o sea, para salvarte.

21. justificado por las obras Abrahamevidentemente, y ante los hombres (véase mi nota, v. 18). En el v. 23, Jacobo, como Pablo, reconoce la verdad de la Escritura, de que fué la fe de Abrahán lo que le fué contado por justicia en su justificación delante de Dios. cuando ofreció—lo trajo como ofrenda al altar; no se dice que en efecto lo sacrificara.

22. No ves..?—Más bien, “Ves”. En las dos proposiciones que siguen, póngase el énfasis en la fe en la primera, y en las obras en la segunda [Bengel]. la fe obró (“cooperó”) con las obras—pues fué por la fe que ofreció a su hijo. Lit., “obraba (al mismo tiempo) con sus obras”. la fe fué perfecta por las obras—no fué vivificada, sino perfeccionada, logró su desarrollo plenamente consumado, y se demostró ser real. Así “mi fuerza es hecha perfecta en la debilidad”, eso es, se ejerce más perfectamente, demuestra cuán grande es [Cameron]: así 1 Juan 4:17, Joel 4:17; Hebreos 2:10; Hebreos 5:9. El germen, en efecto, tiene en sí el árbol plenamente crecido; pero su perfección no se alcanza antes de la madurez completa. Así en el 1:4: “Tenga la paciencia perfecta su obra,” eso es; tenga su pleno efecto, demostrando el grado más perfecto de perseverancia, “para que seáis perfectos”, completamente desarrollados en la exhibición del carácter cristiano. Alford explica: “Recibió su realización, fué completamente ejemplificada y cumplida”. Así Pablo en Filipenses 2:12 : “Desarrollad vuestra propia salvación”: la salvación que ya era suya con su libre justificación por la fe. Hacía falta todavía desarrollarla hasta la plena perfección en la vida de ellos.

23. fué cumplida la EscrituraGénesis 15:6, citado por Pablo como realizada en la justificación de Abrahán por la fe; citado por Jacobo como realizada subsecuentemente en la obra de Abrahán de ofrecer a Isaac, la cual obra—dice—le justificó. Es claro, pues, que Jacobo quiere decir por obras lo mismo que Pablo quiere decir por fe, con la sola diferencia de que aquél habla de la fe en su desarrollo manifestado, mientras que Pablo habla de la fe en el germen. La ofrenda de Isaac hecha por Abrahán no fué un mero acto de obediencia, sino un acto de fe. Isaac era el sujeto de las promesas de Dios, de que en él sería llamada la simiente de Abrahán. El mismo Dios ahora ordena a Abrahán que mate al sujeto de su propia promesa, cuando aun no había simiente en la que se pudieran realizar dichas predicciones. De ahí que el dicho de Jacobo acerca de que Abrahán fué justificado por tal obra, equivale a decir, con Pablo que fué justificado por la fe misma; porque fué en efecto la fe expresada en acción, como en otros casos la fe salvadora se expresa en palabras. Así Pablo declara que el medio de la salvación es la fe expresada. La “Escritura” no sería cumplida, como dice Jacobo que fué, sino contradicha, por cualquier interpretación que hace que las obras de un hombre lo justifiquen delante de Dios; porque esa escritura no hace mención de obras algunas, sino que dice que la creencia de Abrahán le fué contada por justicia. Dios, en la primera instancia, “justifica al impío” por la fe; subsecuentemente el creyente es justificado delante del mundo como justo por la fe manifestada en palabras y en obras (comp. Mateo 25:35, Mateo 25:40, “los justos”). Las mejores autoridades dicen: “Pero Abrahán creyó …” fué llamado amigo de Dios—No fué así llamado en vida, aunque lo era desde el tiempo de su justificación; pero fué así llamado cuando fué reconocido como tal por todos sobre la base de sus obras de fe. “El fué el amigo (en un sentido activo), el amador de Dios, con referencia a sus obras; y (en sentido pasivo) fue amado por Dios con referencia a su justificación por obras. Los dos sentidos se confunden en Juan 15:14” [Bengel].

24. justificado … no solamente por la fe—eso es, “por fe sin (aparte de, separado de) obras”, sus debidos frutos (nota v. 20). La fe para justifícar debe, desde el principio, incluir en germen la obediencia para ser desarrollada subsecuentemente, aunque la fe sola es la base de la justificación. El brote debe ser injertado en el tronco para que viva; debe producir fruto para probar que vive.

25. Es claro por la naturaleza del acto de Rahab que éste no se cita para probar la justificación por obras como tales. Ella creyó ciertamente lo que sus demás conciudadanos dudaban, y esto ante toda improbabilidad de que los pocos poco guerreros iban a derrotar a los numerosos bien armados. En esta creencia escondió a los espías a riesgo de su vida. Por tanto, Hebreos 11:31 menciona esto como un ejemplo de fe, más bien que de obediencia. “Por fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los incrédulos” Si se hubiera deseado un ejemplo de la obediencia, ni Pablo ni Jacobo hubieran citado una mujer de reconocido carácter malo, en preferencia a los muchos patriarcas morales y píos. Pero como ejemplo de la libre gracia en la justificación del hombre por una fe operante, en contraste con una fe verbal, ningún otro podría ser más propio que el de una “ramera” redimida. Como Abrahán es un ejemplo de un hombre ilustre y el padre de los judíos, así se cita a Rahab como una mujer, y como una mujer abandonada, y como una gentil, lo que enseña que la fe justificadora ha sido manifestada en personas de toda clase. La naturaleza de las obras alegadas es tal, como para probar que Jacobo las usa sólo como evidencias de fe, en contraste con una mera profesión verbal: no obras de caridad ni de piedad, sino obras cuyo valor consistía solamente en ser pruebas de la fe: eran la fe expresada en efecto, sinónimas de la fe misma. mensajeros—los espías. los echó—precipitadamente y con temor [Alford] por otro camino—no por la puerta por donde entraron, sino por la ventana que había sobre la muralla, y de allí huyeron a los montes.

26. La fe es cosa espiritual; las obras son materiales. Se podría pensar, pues, que la fe corresponde al espíritu, y las obras al cuerpo. Pero el apóstol pone esto en sentido contrario. El no quiere decir, pues, que la fe en todos los casos corresponda al cuerpo; sino que la forma de la fe, que no tiene realidad operante, corresponde al cuerpo sin el espíritu animador. No se sigue que la fe viviente reciba su vida de las obras, así como el cuerpo deriva su vida del espíritu animador.

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