No es ninguna gloria. Es decir, no tengo nada de qué gloriarme. (Challoner) --- Si predico el evangelio por compulsión, miedo o mera necesidad, sin tener otros medios de sustento, no debo buscar recompensa en el cielo; pero ahora haciéndolo por caridad y gratuitamente, recibiré mi recompensa de Dios; y cuanto más abundante es la caridad, mayor es la recompensa. (San Agustín, de Op. Mor. I. 5.)

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