Sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida; es decir, de la muerte del pecado a la vida de la gracia: lo conocemos por una certeza moral, cuando experimentamos en nuestro corazón el amor al prójimo. --- El que no ama a Dios y al prójimo, permanece en la muerte. El que odia a su hermano con un odio mortal, o en un grado considerable, es un asesino. (Witham)

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