No imputar, es decir, quitar verdaderamente nuestros pecados, borrar la letra del decreto que estaba en contra nuestra, ... sujetarlo a la cruz, como se dice, Colosenses ii. 14. Y a nosotros, que somos sus apóstoles y ministros de su evangelio, nos ha impartido y confiado esta palabra de reconciliación, mediante la predicación de su doctrina y la administración de sus sacramentos, etc. En estas funciones actuamos y les hablamos como embajadores de Cristo; te hablamos en su nombre, representamos su persona, cuando te exhortamos a reconciliarte con Dios. "El que a ti te escucha, a mí me escucha". (Lucas x. 16.) (Witham)

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