A un hombre perfecto, a la medida de la edad [2] de la plenitud de Cristo; es decir, según la medida de la edad plena y perfecta de Cristo. De los intérpretes antiguos, algunos exponen esto de lo que sucederá en el mundo venidero, después de la resurrección, cuando todos los elegidos tendrán cuerpos perfectos en todos los sentidos; y como alguna conjetura, (cuando todos los que resuciten por una feliz resurrección) parecerán tener unos treinta años, de la estatura y edad de Cristo cuando sufrió.

Pero otros, especialmente los intérpretes griegos, entienden este versículo de una perfección espiritual en esta vida, por el cual los miembros del cuerpo místico de Cristo se encuentran en la unidad de la fe y aumentan en gracia y virtud imitando a Cristo y siguiendo su doctrina y ejemplo. . Y esto parece más agradable a lo que sigue: que ya no seamos niños, arrojados de un lado a otro por la maldad [3] de los hombres.

La palabra griega, como observa San Jerónimo, puede significar por engaño o falacia de los hombres; por ilusión, dice San Agustín. Y San Juan Crisóstomo nos dice que está hablado por una metáfora, tomada de los que hacen trampa en los dados, para ganar todo para sí mismos, para arrastrar a los hombres a errores y herejías. Así, en esa época, eran los discípulos del mago Simón. (Witham) --- Cada uno debe trabajar para llegar a ser perfecto en el estado en el que se encuentra, aumentando en el conocimiento y el amor de Dios, cuyo conocimiento y amor de Dios constituyen la medida plena de un cristiano.

(San Juan Crisóstomo) --- San Agustín también admite otra interpretación de este lugar, pero prefiere la primera. Según él, puede significar: que todas las personas, en la resurrección, serán resucitadas en un estado tal como lo hubieran tenido si hubieran vivido hasta la edad de Cristo, a saber. treinta y tres años. (Santo Tomás de Aquino) --- Este texto del apóstol, asegurando a la única Iglesia verdadera una sucesión perpetua y visible de pastores, en el ministerio, sucesores de los apóstoles, garantizó a los santos Padres en las primeras edades de la Iglesia, como hace los católicos de la actualidad, para probar todos los secesionistas por la sucesión más famosa de los papas u obispos de Roma.

Vea esto en San Ireneo, lib. iii. Cap. 3; Tertuliano, en præscript. Optatus. lib. ii. contr. Parmen .; San Agustín, cont. ep. Manic. Cap. iv., Ep. 165 y coartada; San Epifanio, hæres. 27.

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