Porque tanto el que santificó (es decir, nuestro Redentor, que santifica, o ha obtenido la santificación para todos, sacrificándose a sí mismo en la cruz) como los que son santificados, son todos de uno; tienen la misma naturaleza humana, y son del mismo primer padre Adán, cuyo Hijo, (Cristo) como hombre, fue; por lo cual llama a los hombres sus hermanos. Ver Juan xx. 17. y Salmo XXI. 23. en la cual hay una clara predicción de los sufrimientos de Cristo, donde se dice: Anunciaré tu nombre a mis hermanos, etc. (Witham)

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