Me dirás, por tanto, etc. El apóstol objeta que si Dios llama a algunos y endurece, o incluso permite que otros se endurezcan, y nadie resiste ni puede obstaculizar su voluntad absoluta , ¿por qué debería Dios quejarse de que los hombres no se convierten? San Pablo primero recuerda a hombres tan imprudentes y profanos, que es irrazonable e impertinente que las criaturas murmuren y discutan contra Dios su Creador, cuando no comprenden los caminos de su providencia.

--- Oh hombre, [4] ¿ quién eres tú que replicas contra Dios? Esto podría cerrar la boca y aquietar la mente de todo hombre, cuando no puede comprender los misterios de la predestinación, de la presciencia de Dios, sus decretos y gracias, o la manera de reconciliarlos con la libertad humana. Puede volver a gritar con San Pablo (cap. Xi. 33). ¡ Oh, riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán incomprensibles son sus juicios y cuán inescrutables sus caminos! --- ¿Se formará la cosa, etc.?

¿No tiene potestad del alfarero, etc. [5] Para enseñar a los hombres que no deben quejarse de Dios y de su providencia, cuando no pueden comprender sus obras, les recuerda su origen. Todos pueden decirle a Dios, con el profeta Isaías, (vi. 48). Señor, tú eres nuestro Padre, y nosotros somos barro; Tú eres nuestro Hacedor que nos enmarcó, y todos somos obra de tus manos. ¿No tiene el alfarero el poder que le plazca, de la misma masa de barro para hacer vasos para usos honorables y otros para usos menos honorables?

San Juan Crisóstomo observa muy bien que esta comparación no debe extenderse más allá de lo que diseñó el apóstol; cuál era enseñarnos, cuán sumisos debemos ser a Dios, en lo que no entendemos; pero no debemos fingir de aquí, ni de ninguna expresión de este capítulo, como han hecho varios herejes, que así como los vasos de barro carecen de libre albedrío y libertad, así también los hombres. Esto va en contra de la doctrina de la Iglesia Católica y de las Escrituras en muchos lugares.

(Witham) --- El alfarero. Esta semejanza se usa sólo para mostrar que no debemos discutir con nuestro Hacedor, ni para razonar con él por qué no da tanta gracia a unos como a otros: porque ya que toda la masa de nuestro barro está viciada por el pecado, es por su bondad y misericordia que hace de él tantos vasos de honor; y no se trata más que de que otros, en castigo por sus pecados no arrepentidos, sean entregados como vasos de deshonra. (Challoner)

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