Montañas de Gilboa, que no haya rocío, ni lluvia sobre vosotros, ni campos de ofrendas, de primicias; los cielos deberían retener su humedad, y la tierra debería negarse a darle crecimiento, como una señal de duelo por la derrota; porque allí es vilmente desechado el escudo de los valientes, contaminado de polvo y sangre, el escudo de Saúl, como si no hubiera sido ungido con aceite; nadie estaba allí para sacar el escudo, el emblema del líder del ejército, de la tierra para limpiar y pulir de nuevo su superficie.

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