Un consejo adicional: No des lo santo a los perros, ni eches tus perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen y se vuelvan y te desgarren.

La crítica moral es necesaria, la enseñanza religiosa no se puede descartar. Pero sería el colmo de la locura y todo lo contrario de los juicios no autorizados descargar las creencias y experiencias religiosas, los sentimientos tiernos, las convicciones morales de cualquiera que se presente, sin importar en qué condición se encuentre. Para los cristianos especialmente las sagradas doctrinas de Cristo son las perlas preciosas en el anillo de su misericordia.

Echar esto ante perros y cerdos, ante personas para quienes nada es sagrado, que blasfeman todo lo sagrado, es exponer la más sagrada belleza a la tosquedad. Y el resultado es que a esas mismas personas se les anima a profanar el santo nombre de Dios, a pensar que es un tema apropiado de ataques blasfemos. Y no puede fallar: algo del lodo salpicará sobre el falto de juicio; será responsable de la profanación y, por tanto, también culpable ante Dios. Note la figura retórica usada por el Señor, el segundo verbo se refiere al primer sujeto y el primer verbo al segundo sujeto.

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