Temblar, temblar ante la ira de Dios, y no pecar, considerando cuidadosamente no sea que definitivamente pongan en peligro su propia salvación; comulguen con su propio corazón en su cama, deliberando cuando el silencio de la noche fue propicio para tales reflejos, y quédense quietos, cesando en sus actividades rebeldes. Selah.

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